En
las artes se cree que si sos músico te tiene que gustar la música y ser un
melómano. Si sos pintor debes saber observar bien tus alrededores. Un escritor
debe leerse todo. Por suerte gozo de una gran ventaja: desde joven tengo una
tendencia hacia la escritura, aunque no por eso soy un escritor. Soy claramente
alguien que sabe escribir. Esto me permite darme el lujo de no sentir pasión
por la lectura, soy un mal lector. Leo lo que siento y quiero. Pero, me cuesta
terminar hasta las historietas. Es por eso que creo que los malos lectores
merecemos tener una referencia acerca de qué y cómo leer.
En
primer lugar usted debe identificar si es un mal lector o un buen lector. Es
obvio que si llegó hasta aquí es porque posee la capacidad de leer. También se
puede inferir que se siente atraído o tal vez curioso por estas letras. Si al
final de este texto usted se siente conforme y continua leyendo textos de este
autor. Usted es definitivamente un buen lector, y deberá evitar de todas las
formas posibles seguir leyendo estos textos. Sin embargo si al finalizar la
lectura, si es que logra finalizarla, usted es un mal lector y podrá hacer lo
que desee. Es más casi podría decirse que posee la llave de la literatura en
sus manos. Porque lo que el mundo no sabe es que la literatura no está hecha
para los grandes lectores, para los tipos de anteojos gruesos y aburguesados,
la literatura fue concebida para los que leemos en los parques, en los
colectivos o en las colas del supermercado. Una vez que usted sepa a clase de
hombres pertenece, prosiga con esta lectura, si se atreve.
Debo
confesar que en mi mesa de luz siempre rondaron libros, revistas, papeles, etc.
Todos a medio leer y sin terminar. Esto se debe a que me someto a ciertas
reglas. La primera es que: si un cuento tiene más de 5 hojas, úselo para
prender el fuego del asado. Otra es que si va a leer una novela y el primer
capítulo tiene más de diez hojas, guarde el libro y piense en nivelar la mesa o
apuntar la pata de la cama que tiene rota. La regla de oro en las novelas es que
si el primer capítulo no invita a seguir leyendo, mejor que duerma en la
biblioteca. A veces es necesario presumir libros en la biblioteca, como en los
estudios jurídicos. En cambio para los libros de cuentos la regla de lectura es
muy diferente. Lo que se hace es agarrar el libro y abrir el índice; ver los cuentos. Leer atentamente los títulos.
Cabe hacer la aclaración para todo aquel editor de libros que no incluya un en
sus colecciones de cuentos un índice con los títulos y el número de páginas no
merece hacer el libro. Dedíquese a vender artículos sin catalogar o envases plásticos.
Volviendo al tema de los cuentos; una vez leídos los títulos escoja el que más
le guste, comience a leerlo. Si no le gusta tire el libro y olvídese de ese
autor. En esto hay que ser imparcial,
impávido y cruel. No hay que darles segundas oportunidades a los cuentistas.
Bajo ningún pretexto. Porque cuando terminas el cuento que no te gusto entonces
seguís por algún otro; y este si te gusta vas a reconsiderar al escritor. Y
como es un cuentista sabemos que miente, unos mejor que otros, entonces es muy
probable que nos mienta que es bueno y hasta consideremos comprar sus libros.
En este sentido los novelistas son un caso aparte. Si ha leído una novela de
alguno y es muy buena. Quédese con esta novela y no lea otra. No porque el
novelista sea un mentiroso sino porque es muy probable que no tenga otra novela
buena o que merezca ser leída con pasión y entrega. Los novelistas son tipos de
un sólo gol. Completamente desechables y aburridos. Es muy probable que un
novelista no haya querido ser astronauta o delantero de futbol cuando era
chico. Un novelista nace queriendo ser economista, martillero público o
escribano. Pero se le dio por escribir y la pegó con un libro. Es por eso que
si usted va a leer, y realmente no se siente seguro, lea un cuento y
seguramente será feliz.
"Un novelista nace queriendo ser economita", ya me veo en unos años presentando un libro:p
ResponderEliminarUn libro en economia muy probable jaja y super aburrido
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