Existen
sucesos importantes en la historia de una nación. Muchas veces festejamos su “cumpleaños”
representado en fundaciones, creaciones, y cosas por el estilo que sólo sucede
en los países Europeos. Nosotros, las ex – colonias, ahora más bien lociones de
cartilla, conmemoramos nuestra independencia, la libertad de toda hegemonía extranjera.
No
se sabe muy bien si es que esta declaración de independencia es más parecida a
como se festeja un divorcio o un cumpleaños de 15. Aunque creo que lo segundo es
lo que más parecido. En Argentina se vive en ésta víspera nocturna, son las
20:30 hs del día 8 de julio de 2016, sus 200 años de dicho evento. Ya se puede observar
que por doquier rondan los videos emotivos repletos de imágenes antiguas y
canciones folklóricas decoradas con un frio espeluznante. El invierno es cruel.
Pero lo que nadie sabe es la farsa que se esconde detrás de este festejo tan opulento
y poco imaginativo.
Desde
chicos que se nos ha educado con imágenes representativas de la “casita de Tucumán”
pintada en un amarillo chillón. Esta imagen se veía en libros de historia,
revistas infantiles, dibujos animados; mas aun hasta el día de hoy es posible observarlo.
El humilde cronista Mario del Cerro, cuenta en
uno de su autobiografía no autorizada, sufría de esquizofrenia y bipolaridad.
Cuando una personalidad editaba el libro, la otra no se daba cuenta de lo
sucedido. Al momento de salir este, trato de manera legal no autorizarla. No
pudo lograrlo. En dicho libro se encuentran fragmentos muy interesantes que a continuación
vamos a exponer.
De
joven manifiesta haber tenido la suerte de ir en un viaje escolar de visita al
monumento histórico. Se dio cuenta que estaba pintada de blanco marfil. Desde aquel
entonces se ha dedicado a cuestionar las verdades históricas ocultas y cómo nos
hacen pasar gato por liebre en los libros de historia y las clases de las
afamadas ciencias sociales.
En
el suceso independentista no fue más que una farsa montada magistralmente para
ocultar el primer prostíbulo VIP de la nueva nación. Lo curioso que ya en esa época
se utilizaba la palabra VIP marcando el notable esnobismo porteño. La historia
comienza luego del la revolución de mayo en donde el país era un lustroso
entuerto de dimes y diretes. Lo cierto
era que con la guerra revolucionaria y las batallas internas entre las
provincias había un sinfín de soldados sedientos de pasiones y muy lejos de sus
hogares.
Muy
astutamente la señora Francisca Bazán decidió utilizar su casa, curiosamente la
más grande de la ciudad, como cuartel
central de operaciones. Un burdel estratégico. Un año atrás, ella había asistido
a una sesión del congreso en donde se discutían menesteres del ámbito político,
los cuales a ella no le interesaban para nada. Aprovechó esa posibilidad para
ponerse en contacto con los altos líderes políticos e invitarlos a una “fiesta
libertadora” con promesas de vino patero, agua ardiente y el espíritu de la
pachamama en forma de flor. La señora manifestaba que la verdadera opresión estaba
entre las piernas de una mujer y que el remedio de esta enfermedad se
encontraba en las piernas de otras mujeres mucho más despreocupadas.
Esa
propuesta simpática y picaresca logro convencer a los congresales y los invitó
a visitarla, un año más tarde. La primera orgia patria ya tenía lugar y fecha.
Se logró advertir la peculiaridad de la situación a través de correspondencia
entre San Martin y Araoz. En esta correspondencia, Araoz invita a San Martin a
unirse al festejo. Se puede leer el siguiente fragmento: para ser libre de
Remedios, tenéis que enférmate de putaz. A lo que San Martin responde: puede
que necesite unos días de enfermedad, pero con mis soldados cruzamos los andes y
sabemos que el amor fraterno se da en combate. Gracias pero no gracias. Cortante,
en aquella declaración de amor a las fuerzas armadas y lejos de poder unirse a
los festejos patrios tucumanos, Araoz redacta notas y las envía a las
provincias cercanas. Jefes militares, curas y hombres de alta alcurnia
responden a su llamado casi sin dudarlo. Así es como Tucumán se viste de fiesta,
en las ventanas de las casas se asoman lámparas pintadas en rojo, símbolo del
federalismo, flores y guirlandas, ese
mismo año se prohibieron las enaguas.
Los
detalles que el autor manifiesta en su texto son algo escuetos pero dice que
esta farsa es descubierta cuando la mujer de Juan José Paso lee la
correspondencia de entre este y Araoz. En las cartas Araoz le dice que “las
piernas de la patria lo invitan a liberarse y sentirse independiente”. Enfurecida, con justa razón, ella le exige que
le explique el significado de la libertad, y esa famosa independencia. Este, débil
de carácter pero hábil en el manejo de la retorica le dice que “para ser libres
e independientes de toda fuerza extranjera hay que entregarse al amor de la
patria e ir al congreso en Tucumán. Porque la patria es grande y entre sus
piernas entramos todos”. Allí se sientan la base de la mentira liberadora del país.
Una vez en Tucumán Paso le comenta a
Araoz y los demás “congresales” de su mentira y que le apremia redactar
una especie de documento donde diga que acá no ha pasado nada. Los presentes
discuten el contenido de ese documento y a uno, no nombrado en los relatos históricos,
dice: la mejor excusa es labrar un Acta de Independencia para luego enaceitar
el fusil de la libertad. Metáfora astuta pensaron los demás y de esa menara prepararon
el entuerto. Minutos más tarde entre bebidas espirituosas y humos cannabicos se
lo escuchó a Francisco Narciso Laprida gritar “somos libres” y agacharse dándole
la espalda al mulato Miguel.
La
historia se pierde poco más delante de este último suceso, ya que los pocos
cronistas existentes no estaban en condiciones de redactar. De este modo es
como llegamos a forjar nuestro país en base a orgias populares y nacionales,
traiciones y corrupción. Está en nuestras raíces. No entiendo porque tanto
espanto hoy por hoy al ver los noticieros. Finaliza el autor esa nota, a la
cual desde la casa editorial creemos que está en lo cierto.
dejaremos de ser colonia cuando todos estemos perfumados. viva la patria!
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